Eres incluyente, Pero ¿tu lenguaje no verbal también lo es?
Recuerdo que desde muy temprana edad me decían que mi cara hablaba por sí sola. “No frunzas el ceño”, “¿estás enojada?”, “¿por qué haces esa cara?” “¡eres muy expresiva cuando no te gusta algo!”, parecían preguntas y comentarios que se repetían con frecuencia incluso en los momentos en los que yo simplemente me encontraba con la mente en blanco. No sé en qué momento me di cuenta de que debía ser más consciente de mi lenguaje no verbal y tratar de gestionarlo. Incluso, empecé a ver en otros rostros situaciones similares, me preguntaba si esas personas estaban molestas o malhumoradas.
Más tarde en mis primeras experiencias laborales, estuve inmersa en situaciones en donde mi lenguaje no verbal y el de otras personas parecía salir de manera automática, casi sin poder controlarlo, entonces entendí que debía gestionarlo y reconocer mis emociones para que éstas no fueran la causa de malentendidos.
Recuerdo también personas con las que tuve que interactuar durante varios años, con quienes sentía ciertas barreras que no comprendía, pero básicamente no sentía la confianza para acercarme, explicarles un tema o hacerles una pregunta.
Después de varios años de experiencia profesional seguía teniendo esta sensación de no quererme acercar a algunas personas, ¿qué era esto? Era una cara que me decía que lo que yo mencionaba estaba mal / que era aburrido lo que decía, una postura que me indicaba que esa persona estaba muy ocupada y que no tenía tiempo para mí, entre otras. En conclusión, un lenguaje no verbal que no invitaba a conversar, a comenzar una conversación o a construir sobre el disenso; en definitiva, un lenguaje no verbal que, en vez de abrir posibilidades, cerraba la puerta y “botaba la llave".
Al final de estas conversaciones siempre quedaba una sensación de: “como tú digas se hará”, aunque ni siquiera se pronunciara una sola palabra.
El lenguaje no verbal, no es más que el reflejo de nuestras propias emociones, girar los ojos cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, poner la mano sobre la cara cuando nos sentimos aburridos o impacientes o fruncir el ceño cuando estamos enojados, son solo algunos ejemplos de lo que hacemos y que otras personas perciben. Estos comportamientos no verbales, como gestos, expresiones fáciles, posturas corporales, microexpresiones pueden o no demostrar apertura, así como cortar la comunicación y poner una barrera con las demás personas, lo que puede considerarse una suma de comportamientos no incluyentes.
Somos responsables de lo que decimos y cómo lo decimos, y también de lo que interpretamos, pero acá no quiero invitar a las personas a que piensen las veces en que se han sentido excluidas a través del lenguaje verbal o no verbal de otra persona. La invitación que quiero hacer es a que revises tu propio lenguaje no verbal, tus gestos, tus miradas, tus manos, tus suspiros que dicen más que mil palabras… realmente tu cuerpo entero ¿invita a una conversación? ¿invita a la co- construcción? ¿desafía y al mismo tiempo acompaña?
Si quieres ser una persona líder incluyente, y con líder no me refiero solo a aquellas personas que tienen otros roles a su cargo, sino a todas las personas que pueden y quieren influir positivamente en las demás, entonces debes empezar a conocer y reconocer tu lenguaje no verbal en las diferentes situaciones (las cómodas y las incómodas) y además empezar a gestionarlo. A continuación, encontrarás algunos tips para hacerlo:
- Pregunta y escucha. Indaga con las personas más cercanas cómo es tu lenguaje verbal y no verbal, cómo creen que es tu comunicación y cómo resuelves los conflictos.
- Gestiona tus emociones: Pregúntate qué es eso que te molesta de las personas que te rodean en tu familia, en el trabajo, en tu vecindario, y no me refiero a lo que atenta contra los valores, la ética o la vida. Me refiero a las situaciones de la vida diaria que te incomodan y te sacan de un estado de armonía y tranquilidad.
- Cuestiona lo que dices en esos momentos, pero sobre todo cuestiona tu lenguaje no verbal. Eso que dices y transmites con tu cuerpo, ¿cambia en algo la realidad? ¿te lleva a relaciones y resultados satisfactorios?
- Piensa en las otras personas: reflexiona sobre cómo se sienten las otras personas y qué tipo de relación quieres construir con ellas. ¿crees que algunas personas (reportes, pares, familiares) sienten miedo, angustia, poca confianza cuando se acercan a hablar contigo? ¿con tu lenguaje no verbal estás generando un ambiente en que las personas se sienten seguras para hablar, aportar e incluso debatir cuando no están de acuerdo? ¿Miras a la cara cuando te están hablando o es más fácil mirar hacia el computador o los objetos de la mesa? ¿prendes la cámara en las reuniones virtuales para conectar realmente con la otra persona? ¿dispones tiempo de calidad para entablar una conversación o estás haciendo otras actividades en paralelo? ¿Cómo crees que se siente la otra persona con tu lenguaje no verbal?
- Ten claro el objetivo: llegar a un acuerdo, mejorar el desempeño o empezar un plan de acción, son objetivos poderosos que solo puedes lograr de manera exitosa si generas un ambiente adecuado, un ambiente que sea psicológicamente seguro para construir. Estos resultados pueden representar el logro de un objetivo valioso y la relación con la otra persona también lo es. Pregúntate, ¿qué tanto consideras valiosa la oportunidad de escuchar a las otras personas? ¿crees que puedes potenciar los resultados con sus aportes? ¿o simplemente estás buscando convencer a otras personas sobre tus propios argumentos?
- Y si estás del otro lado y eres tú quien quiere o necesita conversar con alguien, pero su lenguaje no verbal no te invita hacerlo, pregúntate: ¿vale la pena dejar que esta relación no funcione solo por su lenguaje no verbal? ¿Y si establezco una conversación franca y honesta y le invito a la otra persona a hablar con apertura? ¿qué es lo peor que puede pasar?
Todavía tengo retos en mi comunicación verbal y no verbal, pero la diferencia es que hoy soy más consciente de que cada vez que cedo a las demás personas la responsabilidad de mis sentimientos, de los resultados y en general, de lo que sucede en mi vida, tengo menos posibilidades de crear la realidad que quiero. Por esto, prefiero todos los días, tomar “la llave” y abrir la puerta de la inclusión, siendo consciente de mis emociones, mi cuerpo, mis gestos, de lo que trasmito, para que otras personas quieran conversar y construir conmigo.
La seguridad psicológica para hablar, construir, crear, etc. no solo se construye con palabras, sino también con todo lo que demuestras con tu cuerpo y tus acciones. No le cierres la puerta a otras personas con tu lenguaje no verbal. ¡Toma la llave y abre la puerta de la inclusión!
Ana Maria Parada (ella/she)
Gerente de consultoría y Formación en DEI
Es Psicóloga, Especialista en Desarrollo Humano y Magíster en Gestión Social Empresarial. Cuenta con más de 12 años de experiencia en Consultoría y Recursos Humanos liderando áreas de Diversidad, Equidad e Inclusión, Desarrollo y Cultura Organizacional y tiene certificación en Liderazgo en DEI de la Universidad Northwestern. Es referente en equidad de género, liderazgo inclusivo y procesos inclusivos. Ana cree firmemente que creando espacios de transformación y reflexión se potencia el desarrollo del ser humano, y esa es su pasión.