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¿Existe el racismo inverso?

¿Existe el racismo inverso?
Identidad y sesgos inconscientes Racismo

¿Vieron el video que se viralizó estas semanas donde una mujer enfrenta a una extranjera por llevar a sus mascotas en la calle sin correas y en medio de la discusión (en inglés) le reclama que hable español porque está en México?

Escuché y vi resonar muchos comentarios sobre el caso a favor de la mexicana, pero también uno que otro sugiriendo que el trato hacia la extranjera era racismo inverso, como lo que viven muchos migrantes en EEUU. No es la primera vez que escucho sobre este concepto, pero ¿realmente existe el racismo inverso?

La idea de "racismo inverso" alude a la noción de que las personas que pertenecen a grupos étnicos y raciales que históricamente han sido discriminados, pueden ser racistas hacia otros que no son discriminados y han tenido más privilegios.

Siguiendo el ejemplo anterior, si bien decirle a la mujer extranjera que hable español porque está en un país hispanohablante puede ser una conducta a analizar, no se trata de racismo inverso. Además, ese caso debe ser revisado desde un contexto de gentrificación ocasionado por la pandemia y las nuevas formas del teletrabajo, un fenómeno muy diferente si comparamos las causas de migración hacia EEUU.

Sin embargo, aquí nos enfocaremos en cómo el "racismo inverso" no es un fenómeno real, sino una consecuencia de no identificar y entender qué significa racismo a un nivel sistemático y estructural.

Cabe recordar que si bien las razas no existen (desde el entendimiento que no hay suficientes diferencias genéticas entre los seres humanos para hablar de razas), el racismo sí, es decir, la discriminación sistemática hacia las personas por su tonalidad de piel, por sus costumbres, cultura, y por otras características físicas como su tipo de cabello o las facciones de sus rostros.

En segundo lugar, tenemos que hacernos conscientes de que en el contexto latinoamericano, vivimos un problema de racismo tan serio como en Estados Unidos. “Es que acá no hay racismo, hay clasismo”, es un argumento frecuente al respecto. Y si bien la problemática de clasismo sí juega un papel importante, no podemos negar el racismo que sucede a nuestro alrededor, algo de lo que apenas empezamos analizar en las conversaciones gracias al trabajo de muchas organizaciones antirracistas como RacismoMX, Poder Prieto, Movimiento Identidad Marrón, entre otras.

Entonces, para entender qué sí es racismo y qué no, piensa por ejemplo, en establecimientos varios, como antros, bares o boliches donde a las persona blancas sí se les da acceso y a las personas racializadas (personas que experimentan el impacto del racismo por su categoría racial como apunta Moha Gerehou) en general, no. Esa forma de discriminación llamada pigmentocracia (el trato favorable o desfavorable que le damos a las personas por su tono de piel) es una vertiente del racismo y que repercute no solo en no poder tener acceso a ese establecimiento, sino también a tener un acceso a servicios básicos, o a conseguir un trabajo, por ejemplo.

En esos términos pensemos ¿cómo suele ser la distribución de personas por nivel jerárquico en una empresa si nos concentramos solo en el tono de piel? Las personas blancas son quienes dominan los puestos más altos y ejecutivos y las personas de tonos de piel oscuros, generalmente los puestos más operacionales o de servicios, como demostró la Conapred en la última Encuesta Nacional sobre Discriminación. y  los resultados del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional del INEGI, 2017:

Esto es una manifestación de la constante exclusión hacia estos grupos de todos los espacios de participación política, económica, social y cultural. Y también una constante negación de sus derechos, como a ser reconocidas ante la ley, el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, a una vida digna.

No es gratuito que las personas racializadas no accedan a estas oportunidades y derechos, y no es que no le echen ganas, como dicta la postura de la meritocracia, sino que para lograr acceder a esos mismos derechos que damos por sentado, como portar con una identificación oficial, asistir a la escuela, acceder a la salud, etc, luchan contra una serie de normas, barreras, sesgos, exclusiones y violencias constantes que obstaculizan sus oportunidades e incluso atentan contra sus vidas, situaciones por las que la gran mayoría de personas blancas no atraviesa.

Justo hace un par de semanas conocimos el caso de 40 personas que murieron calcinadas en un centro de migración en Ciudad Juárez, a quienes las autoridades dejaron encerradas mientras el fuego consumía la estancia provisional donde se encontraban los hombres provenientes de Guatemala, Venezuela, El Salvador, Honduras y Colombia. Pensemos qué relevancia tomó el caso ¿Hubiese sucedido lo mismo de haberse encontrado ahí personas blancas? ¿Las repercusiones sociales y en las conversaciones serían igual si no fueran personas racializadas?

Entonces, cuando hablamos de racismo, nos referimos a la constante e histórica perpetuación de conductas excluyentes, de negación de derechos y de desvaloración e invisivilización de la violencia que viven las personas racializadas por sus características físicas y culturales para acceder a derechos básicos y oportunidades. ¿Crees que esa exclusión pueda suceder hoy por hoy en nuestro contexto hacia las personas blancas?

Cuando entendemos cómo el racismo opera de manera sistemática podemos entender mejor por qué no existe el racismo inverso, pues para que en efecto fuese inverso, tendríamos que devolvernos 500 años e invertir los papeles sobre los grupos que dominaron y establecieron las desigualdades que enfrentamos hoy.

Según la CEPAL (2020) en su publicación -Afrodescendientes y la matriz de la desigualdad social en América Latina: retos para la inclusión-, “América Latina y el Caribe es una región fruto de procesos históricos que incluyeron la conquista del territorio, el colonialismo y la esclavización de personas indígenas y afrodescendientes. Todos estos procesos han reunido en un mismo territorio a pueblos y grupos poblacionales diversos, con relaciones marcadas por una fuerte concentración y grandes asimetrías…”.

Por lo tanto, la idea de "racismo inverso" se desmorona ya que no existe un sistema que permita que las personas racializadas tengan el poder de discriminar y oprimir a otros grupos étnicos o raciales, en este caso personas blancas, sin toda esa estructura de poder y privilegio.

Es importante reconocer que cualquier persona, independientemente de su raza o etnia, puede tener prejuicios contra otros grupos étnicos y raciales manifestándose en comportamientos excluyentes, pero hay que entender la dimensión de las desigualdades que las personas racializadas experimentan hoy por hoy para tener claro cómo el racismo inverso no existe.


Jorge López
Jorge López

Experto en diversidad, para Iceberg Cultures of Inclusion.

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