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¡Liberen las canas!

¡Liberen las canas!
Identidad y sesgos inconscientes

Hubo una época, antes de la pandemia, cuando las primeras canas en mi cabeza empezaban a aparecer, que me preocupé. Desde chica nunca me interesó tinturarme el pelo, y aunque me parezcan muy bonitos muchos estilos de cabello, siempre sentí rechazo a “tener” que cuidar y mantener el color de mi cabello una vez empezara a hacerlo, además de invertir unos cuantos pesitos en ello.


Siendo chica, a veces en broma le comentaba a mis papás que me pintaría el pelo de rojo. Y siempre reaccionaban de manera negativa, pues “era una niña” o “muy joven aún” para pintarme el pelo. Ya con un par de canas, un día de visita en la casa de mis papás, mi papá me dice “quíteselas” o “píntese el pelo”. A lo que le respondí, no sea atrevido papá, nunca me voy a pintar el pelo. Mejor que se vaya acostumbrando a mis canitas. 😊

Luego empecé a ver mujeres a mi alrededor, mujeres de negocios, mujeres líderes, mujeres emprendedoras, mujeres en cargos de liderazgo, en cargos directivos. Y qué creen, ¡ninguna con canas! Ahí fue cuando me preocupé.


Un par de meses fui a colaborar con una profesora para dar clases a sus alumnos sobre temas de interculturalidad. Una mujer de 55 años. Me contaba que su pelo natural es blanco desde los 35 años. Y que literalmente, tinturarse el pelo era una condición para conseguir trabajo. Y lo odiaba. Había decidido dejarse las canas una temporada, y solo justo cuando puso color a su pelo, logró conseguir un trabajo. Eso disimulaba su edad de manera muy significativa, y ella percibía que en general había un sesgo hacia la contratación de personas más jóvenes, y priorizaban la edad o la juventud, antes que los años de experiencia o las credenciales académicas.


Fue así como un día me puse a hacer cuentas de cuantos años pasarían hasta que mi pelo estuviera blanco, y con ello, cuantos años de éxito profesional como consultora y mujer empresaria me quedaban. Exagerada llamarán algunos. Pero fue una preocupación real. Incluso empecé a pensar en qué otros sectores laborales y económicos, y en qué otras profesiones, mis canas serían bienvenidas, pues no me sentía dispuesta a negociarlas.


Como ya saben, con la pandemia empezamos a ver mujeres con canas en los espacios laborales. Algunas las mantuvieron, otras no. Quienes decidieron mantenerlas, atravesaron por un camino de deconstrucción, autorreconocimiento y autoaceptación difícil de imaginar. Una colega me comentaba como tenía que dar una explicación a cada persona que veía, y además de defender su decisión, siendo esto parte de su propio proceso y reafirmación de su identidad.


Claramente existe una brecha de género y envejecimiento. Las canas no dicen lo mismo sobre los hombres y sobre las mujeres. El estereotipo es que mientras los hombres maduran, son más expertos, “más senior”, mientras que las mujeres, envejecen reduciéndose su credibilidad y percepción de productividad. Y el envejecer, especialmente en las mujeres tiende a asumirse como algo a evitar o algo vergonzoso. De hecho, como bien lo expone la periodista Yolanda Ruiz, permanentemente nos bombardean con mensajes que nos quieren persuadir a querer vernos más jóvenes. Pareciera que eso es lo que está bien. De hecho, no dejo de sorprenderte que las personas vean como un cumplido cada vez que me dicen que aparento menos años de los que en realidad tengo. ¡Hasta me han llegado a felicitar por ello!


Y además, está la cuestión económica atrás de esto. El mercado de productos para pintarse las canas sigue con tendencias de crecimiento, y el 99% de los productos está orientado a las mujeres. Es decir, pareciera que las mujeres tenemos que parecer más jóvenes para mantenernos vigentes en el mercado laboral, y además pagar por ello.


En los últimos años nos cuestionamos muchos paradigmas, el de las canas en las mujeres trabajadoras fue uno de ellos. Hoy no me preocupa tanto como antes el asunto, siento (o al menos quiero creer) que hemos evolucionado un poco en ese sentido. Ojalá que ninguna mujer se vuelva a tener que preocupar por si sus canas van a socavar en algún momento su éxito profesional. Necesitamos ser más las que expresamos no querer rechazar nuestra verdadera identidad y hacer de todo para parecer más jóvenes, sino al revés, valorarla, portarla con orgullo, y ser ejemplo para otras.

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Shirley Saenz
Shirley Saenz

Cross-Cultural, Diversity, Equity and Inclusion Expert. Expert Panelist de los Global, Diversity, Equity & Inclusion Benchmarks (GDEIB). Shirley es la Directora de Iceberg. Cuenta con más de 12 años de experiencia en el mundo corporativo y en 10 países de América Latina. Certificada en liderazgo inclusivo, inteligencia cultural, y benchmarks globales de DEI. Shirley tiene un profundo conocimiento de la diversidad cultural de América Latina y experiencia suficiente facilitando conversaciones estratégicas en DEI con niveles directivos y de liderazgo.

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