¿Por qué es importante la perspectiva de género en todas nuestras profesiones?

Caroline Criado Perez, una periodista británica, feminista y activista, un día descubrió que los síntomas de ataques al corazón son diferentes en hombres y mujeres. Las mujeres no tienden a experimentar dolor en el pecho ni dolor en el brazo izquierdo, que son los síntomas comúnmente conocidos. Entonces, muchas mujeres, cuando están teniendo un ataque cardíaco, ni siquiera se dan cuenta. Las mujeres suelen experimentar nauseas, fatiga, y dificultad para respirar. Caroline se sintió profundamente choqueada por el hecho de no saberlo, y más porque nunca antes se lo hayan enseñado. Lo más complejo es que no se trata solo de que las mujeres no sepamos esto, sino de que los médicos, tampoco. De acuerdo a las investigaciones de Caroline Criado Perez, autora del libro Invisible Women: Data Bias in a World Designed for Men, las mujeres tienen un 50 por ciento más de probabilidades de ser mal diagnosticadas cuando tienen un ataque cardíaco. Y el resultado es que las mujeres tienen más probabilidades de morir después de un ataque cardíaco que los hombres.
¿Por qué sucede esto? Básicamente porque las mujeres no estamos aún bien representadas en la sociedad. Se nos olvida que las mujeres existen. En un estudio que aparece en el libro de Criado, se les pidió a las personas que dibujaran una lista de palabras neutrales de género, una de las cuales era “persona”. Los hombres dibujaron a un hombre el 80% de las veces al escuchar esta palabra. Se trata de un sesgo cultural muy fuerte, presente tanto en hombres como en mujeres. La situación que podemos ver en este video, demuestra como este sesgo se crea en nuestras cabezas desde la infancia.
La mayoría de investigaciones con las que contamos hoy en día en el campo de la medicina, están basadas en el cuerpo masculino. Pero los cuerpos de los hombres y las mujeres son diferentes, los síntomas son diferentes, por lo que el cómo diagnosticamos las enfermedades, y cómo las tratamos debería ser diferente. Algunos argumentan que no se hacen pruebas médicas en cuerpos femeninos porque a causa de su ciclo menstrual son muy inestables, y entonces resulta más difícil hacer las pruebas. No extraña entonces que muchos tratamientos no tengan el efecto esperado cuando son aplicados en mujeres. Y la incógnita es también ¿de cuántos tratamientos efectivos nos hemos perdido las mujeres sólo porque no funcionaron en cuerpos masculinos al momento de hacer las pruebas? Hasta el 2016 en Inglaterra, muchos médicos no lograban diagnosticar ataques al corazón, en el caso de mujeres, porque los síntomas con los que llegaban no se consideraban típicos de un ataque cardíaco, cuando en realidad, en las mujeres dichos síntomas son bastante típicos.
Este sesgo cultural, que nos lleva a tener como centro o eje principal a los varones, sus actividades, cuerpos y necesidades como parámetro de lo humano, relega lo femenino a una posición marginal o inexistente. Esto afecta todo lo que diseñamos, creamos y construimos. Desde la cantidad de baños en los establecimientos comerciales (todas hemos sufrido la escasa disponibilidad de baños), hasta las políticas organizaciones. Desde la falta de farolas para permitirnos sentirnos seguras, pasando por el diseño de dispositivos y herramientas, hasta la ausencia de instalaciones de cuidado infantil en el lugar de trabajo, casi todo parece haber sido diseñado pensando en un hombre promedio que trabaja y una mujer promedio que se queda en casa.
Tenemos frío con los aires acondicionados porque la formula con la que estos han sido diseñados, están basados en el metabolismo, cuerpo y temperatura de los hombres. Una investigación ha demostrado que el rendimiento cognitivo de las mujeres se ve obstaculizado por las condiciones climáticas frías. En un estudio, 542 estudiantes, de los cuales 320 eran mujeres, tomaron una serie de pruebas matemáticas, lógicas y verbales durante las sesiones en las que la temperatura de la habitación se estableció en varios incrementos entre 16 ° C y 32.5 ° C. Los hallazgos mostraron que las mujeres obtuvieron mejores resultados en matemáticas y pruebas verbales cuando la habitación estaba más cálida, mientras que los hombres presentaron respuestas más correctas en temperaturas más frías. La investigación, publicada en la revista científica Plos One, mostró que el rendimiento de las mujeres aumentó en general en un 15% cuando la temperatura aumentó de alrededor de 15 ° C a 21 ° C. El logro de las mujeres en habitaciones más cálidas fue mayor que la caída en los niveles de éxito de los hombres, según el informe.
Lo mismo sucede con los autos y cinturones de seguridad. Los automóviles se han diseñado alrededor de un cuerpo masculino típico. Por lo tanto, el maniquí de prueba de choque automovilístico más utilizado se basa en la media masculina. No tiene en cuenta diferencias como los tamaños de las pelvis masculinas y femeninas. Además, las mujeres a menudo no se sientan en la “posición estándar”. Tienen que sentarse mucho más adelante para que sus piernas puedan alcanzar los pedales. El hecho de que estos diseños no incorporen a las mujeres en su marco de referencia, las pone en mayor riesgo ante accidentes; las mujeres tienen 47% más de probabilidades de quedar seriamente heridas ante un accidente automovilístico, y 17% más de posibilidades de morir, que los hombres. Recién en el 2011 a los fabricantes de automóviles en los EE. UU. Comenzaron a usar maniquíes de prueba de choque basados en el cuerpo femenino típico (aunque esto plantea la pregunta de qué es lo que los fabricantes de automóviles consideran «típico»).
Criado aclara en su libro que esto no es una conspiración. Es sólo un sesgo cultural increíblemente generalizado, del cual somos inconscientes. Simplemente no nos damos cuenta ni notamos que nos estamos olvidando de las mujeres. Los software de reconocimiento de voz, como Alexa, muchas veces son mejores reconociendo voces de hombres. Cuando Apple lanzó el software de reconocimiento de voz Siri, este podía ayudarte si sufrías un ataque cardíaco, pero si le decías que fuiste violada, Siri respondía: «No sé a qué te refieres». No obstante, Siri era muy útil si necesitabas prostitutas o un proveedor de Viagra.
Cuando en Karlskoga, Suecia, empezaron a integrar una perspectiva de género en la planificación urbana, encontraron que la forma en la que estaban removiendo la nieve causaba desigualdad. En donde primero removían la nieve, era en las arterias principales para despejar las vías, luego seguían con las calles laterales, y por último las vías peatonales y ciclovías. La mayoría de mujeres que se transportaban para realizar tareas de cuidado (ir al supermercado, llevar los hijos al colegio o a casa de amigos, cuidar de un familiar enfermo, etc) en auto, no solían transitar por las arterias principales, sino por las calles laterales, o simplemente caminaban. Una ciudad sueca informó que las mujeres experimentaron el 69% de las lesiones que ocurrieron durante el invierno, con dos tercios de esas personas resbalándose en el hielo o la nieve. Esto ocurría en los últimos lugares en los que se removía la nieve. Los peatones, más mujeres que hombres, resbalaban, se deslizaban y se lesionaban.
Este sesgo inconsciente, nos lleva además a concluir que cuando las cosas no funcionan, es porque hay un problema con la mujer. De esta manera, se suele decir que hay un problema con nuestros cuerpos, manera de caminar, temperatura corporal, o con nuestra manera de manejar herramientas y dispositivos. Pareciera entonces que la falla está en las mujeres, y que por lo tanto son las mujeres las que tendrían que cambiar o mejorar. Una muestra de esto es el gap de confianza. Estudios han demostrado que los hombres confían más en sí mismos que las mujeres. Pero estos mismos estudios, demuestran que los hombres sobrestiman su nivel de confianza y éxito en tareas determinadas, mientras que las mujeres tienen una estimación más acertada de su propio desempeño. Aún así, hoy les estamos diciendo a las mujeres que deben confiar más en sí mismas, en lugar de dirigir nuestra atención a los hombres y su exceso de confianza.
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Shirley Saenz (ella/she)
CEO - Cross-Cultural, Diversity, Equity and Inclusion Expert
Shirley es la Directora de Iceberg y Expert Panelist de los Global, Diversity, Equity & Inclusion Benchmarks (GDEIB). Cuenta con más de 12 años de experiencia en el mundo corporativo y en 10 países de América Latina. Certificada en liderazgo inclusivo, inteligencia cultural, y benchmarks globales de DEI. Shirley tiene un profundo conocimiento de la diversidad cultural de América Latina y experiencia suficiente facilitando conversaciones estratégicas en DEI con niveles directivos y de liderazgo.