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¡A la caza de nuestros sesgos inconscientes!

¡A la caza de nuestros sesgos inconscientes!
Identidad y sesgos inconscientes

¿Qué pensarías si te digo que tienes sesgos inconscientes? Quizás nada, ya que en definitiva no hay nada malo con tener sesgos, ¿no? ¿Y si te digo que tus sesgos pueden estar cargados de prejuicios, racismo, sexismo, clasismo, y muchas cosas más que contribuyen a la inequidad en nuestra sociedad? Posiblemente ahora sí te inquietes un poco y quieras saber más, ya que no te gustaría ser un promotor de la inequidad, ni aunque sea de manera inconsciente. Algunos otros podrían reaccionar a la defensiva, negando todo y hasta un poco ofendidos por tales acusaciones. Por supuesto que también estarán los que no tienen idea qué es un sesgo.


El hecho es que los seres humanos hemos desarrollado todo tipo de sesgos que nos ayudan a navegar por la vida con un esfuerzo marginal. Sin estos “atajos mentales”, el cerebro terminaría exhausto, ya que tomar una simple decisión de manera consciente, utiliza una sorprendente cantidad de energía mental. Los sesgos son automáticos e inconscientes, lo que implica que pueden funcionar en “piloto automático”. Esto implica que aunque deseemos tomar decisiones bajo un razonamiento lógico y racional, con mayor frecuencia la toma de decisiones es automática, inconsciente e involuntaria. Gracias a los sesgos inconscientes podemos adivinar rápidamente en qué cajón están los utensilios de cocina que buscamos. Pero es también por culpa de los sesgos que tendemos a encasillar, estereotipar y discriminar.


La buena noticia es que podemos hacernos conscientes de nuestros propios sesgos y prejuicios. Todos los sesgos, incluso los más profundamente escondidos en nuestro subconsciente, periódicamente arrojan una pista de su existencia en la forma de un pensamiento. Es nuestro trabajo observar ese pensamiento y examinarlo para ver lo que nos dice acerca de nuestras creencias ocultas.

¡Te propongo un simple ejercicio para identificar sesgos en base a los pensamientos que afloran! Más abajo encontrarás una lista de grupos a los cuales tendrás que describir con el primer pensamiento que te surja en la cabeza. Antes de ver la lista tienes que seguir 3 simples reglas:

1. Tomate sólo 5 segundos para responder. Si no te viene ninguna idea, pasa a la siguiente categoría.

2. Intenta descifrar rápidamente si el pensamiento que emerge es lo que realmente piensas o si es un estereotipo sostenido por tu cultura, y que viene a tu mente sólo porque lo has escuchado muchas veces. Si estás seguro/a de que es un sesgo cultural general y no tuyo propio, no lo escribas. Si tienes alguna duda, entonces escríbelo.

3. Y lo más importante de todo, no le temas a tu respuesta (¡sólo tu verás la lista!). Recuerda que los resultados son sólo una señal de alerta que representa la posibilidad de un sesgo. No buscamos culpables, sino generar consciencia.


Escribe las primeras características que se te vienen a la cabeza mientras lees las siguientes categorías. Siéntete libre de adicionar a la lista cualquier grupo sobre el cuál podrías tener sentimientos intensos:

  • Un musulmán
  • Una persona de piel negra
  • Un anciano
  • Un político
  • Un feminista
  • Un refugiado
  • Un homosexual
  • Un hombre enfermero
  • ¿Alguna otra?


¿Hubo alguna categoría en la que no fuiste capaz de llegar a una respuesta? En caso de que sí, felicitaciones! Quizás este sea el único ejercicio en el que dejar la hoja en blanco sea la mejor respuesta. Mientras más difícil haya sido para ti encontrar rápidamente una característica de un grupo, menos probabilidades de tener un sesgo en contra de ellos tienes.


Es muy raro que nos demos cuenta de nuestros sesgos, y como los sesgos tienen un estigma bastante negativo, solemos ofendernos fácilmente cuando alguien sugiere que estamos sesgados. Este ejercicio te ayudará a reconocer algunos sesgos que no quieres tener, especialmente cuando algunos de estos sesgos pueden estar impactando negativamente sobre ciertos grupos de personas.


El próximo paso en el proceso es llevar la práctica de observar tus pensamientos en el día a día. Allí, en lugar de una lista, tendrás una gran variedad de personas reales sobre quién reaccionar. Por ejemplo, ¿qué fue lo primero que se te vino a la cabeza cuando recibiste la aplicación de una mujer a un puesto de ingeniería? ¿Qué conclusiones extrajiste cuando descubriste que tu nueva colega era musulmana y llevaba un hiyab?


¡Compártenos tu experiencia con el ejercicio!


Marcelo Baudino
Marcelo Baudino

Experto en diversidad, para Iceberg Cultures of Inclusion

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